#NuitDebout, así le llamaron a la primera intención masiva de acción en Francia. Luego de dos semanas de alta actividad militante, iniciada el 17 de marzo con el desalojo de los estudiantes reunidos en asamblea en Tolbiac, gracias al llamado de las fuerzas del orden por parte del presidente de la universidad Paris 1 Panthéon-Sorbonne, Philippe Boutry, que terminó con el arresto de 23 estudiantes y el pedido de renuncia del señor Boutry.
Un día después, una marcha en solidaridad por los jóvenes detenidos culminó con 15 arrestos más y un video viral donde se evidencia el abuso de los efectivos del CRS.
Paralelamente los grandes sindicatos se han levantado en huelga con la intención de detener la nueva ley de trabajo impulsada por el ambicioso Manuel Valls, primer ministro del señor François Hollande, que no es menos que decirle basta a una política de flexibilización del trabajo que no ha hecho más que atrasar los derechos sociales de los ciudadanos.
Dichas manifestaciones se encontraron a un mismo tiempo con estudiantes, desocupados, personas en situación de calle, sin papeles, con fronteras atiborradas de víctimas de guerra, con presupuestos devastados a nivel de educación y salud; inmigrantes que denuncian discriminación, violencia policial y una situación de terrorismo en aumento en medio de una declaración de Estado de Urgencia que no encuentra apoyo en un alto número de la población que siente que hay que organizarse.
Así es como por redes y calles se lanzó la convocatoria para pasar la noche el 31 de marzo, luego de un día de huelga con varios encuentros violentos con la policía. Noche debút le llamaron, marcando claramente que esta sería al menos la primera. A altas horas de la madrugada cuando la presencia mermaba en la plaza, aunque se sostenía, llegó el desalojo que nunca amable reforzó la convocatoria. La noche 32 era un hecho, marzo se estiró y llegó a su noche 36, pero la noche se hizo día y la actividad en la plaza no se detiene.
El segundo día encontré a un grupo de chiquilines, tendrían entre 20 y 25 años, pasaban una hoja para anotarse y organizar comisiones. En ese primer momento no vi la cantidad suficiente de personas para tal empresa. Pero a medida que pasaron los días esos viejos huevones que aún no se han escondido en su casa, estudiantes de liceo y de universidad, profesores, maestras, trabajadores, movimientos sociales, vecinos, artistas y desplazados de todos lados se fueron quedando y ahora apuestan en una primera estancia a sumar 25.000 firmas que sostengan la permanencia de este movimiento en la plaza de La República (http://www.nuitdebout.fr/fr). Sin ir tan lejos, anoche los alrededores de las velas que recuerdan a las víctimas de los atentados rebosaban de gente. El costado más poblado era la Asamblea Permanente donde se pedía la palabra, se planteaban problemas, propuestas y estas se votaban. Algunas de las propuestas venían de las comisiones que divididas en Comunicación, Democracia, Acción, Logística y Mediación trabajaban desparramadas bajo los primeros indicios de la Primavera.
En una serie de tiendas dispuestas en el marco de dicha organización funciona la enfermería, la venta de propaganda, libros y una serie de espectáculos e intervenciones y talleres que apuestan a resolver el enigma de la convivialidad. Enfrente, una cantina popular de precio libre cocina un cuscús con verduras, aunque a medida que la gente aumenta son los vendedores de sandwiches de merguez, brochetes y papas fritas que se van acomodando a lo largo de la avenida de la República para abastecer a todos.
Fruto, de la retirada reforma constitucional de Hollande que obligaba a escoger una sola nacionalidad, desconociendo la evolución de la multiculturalidad que nos conforma. La reforma de la ley del trabajo de Manuel Valls pretende ser un paso hacia la “modernización” entendiendo que para adaptarse al mercado es necesario disolver la ley de 35 horas en convenios empresariales por sector de actividad y facilitar los despidos colectivos para crear algo que parece simplemente una paradoja; sumada a un discurso islamofóbico más la presión de un Estado de Urgencia que desconoce las urgencias cotidianas, que siembra el odio en su seno facilitando la reclusión de algo peor que los desilusionados, los nunca ilusionados.
Pero gracias a esa heterogeneidad reinante es que además de políticas represivas, dementes implotando, millones de euros que se juegan a diario en petróleo y armas escondidos en cuentas offshore, hay también otro montón de gente que piensa que sentarse a intercambiar, organizarse y hacer es una opción válida.
Alrededor de las 20:00 de este martes 5 de abril, una columna de 300 pibes cantaban y avanzaban en evidente signo de festejo, en medio de esta gente venían 22 compañeros que acababan de ser dejados en libertad. On a liberé notre camarades!, cantaban saltando. Minutos más tarde pedían la palabra a la asamblea para formar un segundo grupo que nuevamente se dirigiría a la comisaría, porque aún quedaba gente sin salir.
Una carta de solidaridad con los ocupante de la plaza de Kiev en Ucrania era votada, poco antes de que un indignado español pidiera su turno para hablar. Lo que llaman “confluencia de conflictos” empieza a tener sentido.
Esta mañana los diarios informaban sobre un nuevo levantamiento fuertemente reprimido en Lyon, serían algo más de 2000 personas.
No sería capaz de decir si de acá surgirá la idea que despierte a Europa, pero puedo decir que algo está pasando, que hay quienes quieren hacer. ¡Escribamos nosotros mismos la próxima constitución!, fue una de las últimas pancartas que alcancé a leer antes de irme. Un grupo coreaba Indios en Barcelona, quizás sea el #poissondeabril que nos lleva a imaginarnos tantas cosas.
Contenido adaptado para Blogs Mediapart: Leer
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